Podíamos oír como los otros respiraban profundamente, ausentes, abandonados a sus sueños. Y a sesenta centímetros de mí, oía también su respiración. Pero no era profunda como las demás, estaba despierto. Y empezó acercarse, fui consciente, eso no puedo negarlo. Y sus dedos recorrieron mi antebrazo. No lo paré, dejé que subiera hasta mi cuello. Y no lo impedí, dejé que llevara mi cara hasta la suya. Y no, no le dije “Basta”, cerré los ojos y dejé que sus labios hicieran el resto. Juntos, en silencio, vimos pasar la noche.
Debí haber impedido que ocurriera pero no, no me arrepiento.
lunes, 2 de noviembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Precioso. Sólo una cosa:
ResponderEliminar"Y pasó la noche, juntos, en silencio."
Creo que hay un pequeño error de concordancia.