Hoy solo quedan las
cenizas de aquella cama a la que tantas veces le plantamos fuego. ¿Recuerdas
aquellas noches? Noches, desayunos y postres. Un cumpleaños y dos velas que
proyectan dos sombras sobre la pared del fondo. Dos sombras que se acercan, mueren
entre las llamas, y se funden en una. ¿Recuerdas aquellas horas? Horas con la
ventana abierta y la noche asomando. A oscuras, inventándonos la vida de
aquellos ingenuos que dejaban la luz encendida.
Solo quedan las cenizas. Incluso las cenizas son ahora polvo. Ya no hay
noches, desayunos, postres, velas, fuego. Ni siquiera hace calor.
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