Cuando a uno le quitan lo que más quiere, duele, nadie lo duda. Pero cuando te quitan aquello que necesitas, el pilar en el que te apoyabas siempre, aquello que nunca te había fallado... entonces, ¿qué?
Sí, podrías ser el mejor en lo que te propusieras, era tu naturaleza, siempre el mejor. Pero eso daba igual, te habían quitado lo único que te importaba, aquello con lo que habías vivido, que te había hecho crecer... ahora, te abandonaba, sin vuelta atrás.
La enfermedad se había escondido durante años, nadie la había visto, pasando inadvertida para médicos y expertos. Pero estaba ahí, esperando su momento y cuando estabas a punto de alcanzar la cima, cuando todos estaban convencidos de que ibas a ser el grande de los grandes, cuando todos confiaban en que llegarías a lo más alto, ella despertó. Y tus sueños cayeron, convertidos en la ceniza todavía caliente que te aprieta el corazón cuando nadie mira.
miércoles, 14 de octubre de 2009
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